domingo, 12 de junio de 2011

Capítulo 6- De como Willy recibe cinco regalos en forma de personas

Quién me iba a decir a mí que la próxima entrada de este blog empezaría a escribirla ataviado con una pulserita típica de un "todo incluido", unas pegatinas en los brazos y un vestido tan sexy y provocador que ni Marilyn Monroe en sus mejores tiempos.
 ¿En un crucero?¿en una fiesta privada de la Preysler?¿en un fin de semana de locura y pasión desenfrenada en un hotel de cinco estrellas? Pues no, en el LKH, ¿dónde? en el hospital!!
 Tiene guasa que en 21 años la primera y única vez (por el momento) que le ingresan a uno tenga que ser en el "ehtxranhero". Pero bueno, estas cosas no se eligen y hay que tomarlas como vienen y punto pelota.
 Bien, estando ubicados espacio-temporalmente, vamos a tirar para atrás a retomar por donde se quedó el asunto, que además son cosas más bonitas de recordar.
 Si no mal recuerdo, me quedé a mitad de febrero con el viaje a Marruecos.

Pues bien, a la semana siguiente me hizo mucha ilusión recibir en tierras österreicher a unas pequeñas personiglias muy bonicas (Carlicos, Irenika, Jess, MM y Perico).
 Como no, un viaje de estas características con unos personas/jes como estos da para muuucho! Así que empecemos con el desafortunado comienzo, aunque con final feliz.
 Tras comprar por internet cuatro de los 5 billetes que habrían de traer a mis pequeñas criaturas silvestres a mi vera, resulta que el quinto de los billetes no se podía sacar, ¡¿cómo que no?! Ay dioh meeeo!! ¿Qué hacemos ahora? Porque claro, aquí no se puede sacar todo juntico, los billetes de avión y los de autobús. No. Es mejor dejar los del autobús para el último día, que así gana más emoción la cosa.
 Pero bueno, ya os he desvelado antes que acabó bien la cosa porque “a todos los tontos se le aparece la virgen”. Yo ya tengo una “confi” con ella… nos vamos de cañas, de cafés, bueno, es un no parar con ella, tiene una marcha la tía…
 En fin, delirios mentales a causa del suero (o lo que quiera que sea, recordemos que sigo en el hospital) aparte, centrémonos en la historia, por favor, HOMBRE YA!
 Por fin, tras muchas llamadas, “¿qué pasa, hay billetes o no?” “¿os habéis subido todos?”, gracias al majo del conductor del autobús, llegaron al pequeño “Kakenfurt” mis cinco pimpollos. Yo estaba ya que no podía más con mi vida entre los nervios y la tensión de si venían todos juntos, si no, si alguno se quedaba por ahí desperdigado y los nervios de la espera… cuando los vi tras el cristal del autobús me entró una alegría por el cuerpo que pa’ qué. Y ya cuando los espachurré entre mis brazos al más puro estilo abuela de la fabada El Litoral me quedé a gustico del to’.
 Acción. Queremos acción! Ya voy, no desesperéis. Por el camino a casa, preguntas y anecdotario típicos: “¿cómo ha ido el viaje?”´, “pues bien”, “KLAGENFOART”, el típico McDonald’s de la estación (cochambrosa) de Mestre…
Y al llegar a casa, el desembarco de Normandía era cascarilla al lado de lo que allí se armó. ¡La Charini (nombre en clave de mi compañera de piso) no daba crédito! Y siguiendo con comparaciones/alusiones históricas y exageraciones andaluzas, la toma de la Bastilla no fue nada comparado con el fuerte que montamos en el salón: colchones, “futones” improvisados, cojines…
 Y ahora viene la parte en que la cronología no está muy clara en mi mente, así que libertad creativa.



 Al día siguiente de la llegada de estos muchachos (por ejemplo) hicimos turismo klagenfurtiense por la mañana y luego nos fuimos a comer al lago Wörtersee y a hacer fotos cuquis y a echar el ratico allí. Y por la noche plan tranquilo con Aladdín y palomitas incluidas, qué nos tira a nosotros un home cinema!
 Pero este por qué tiene un por qué; del por qué de este por qué la gente quiere enterarse, cuatro suspiros responde y no los entiende nadie, no los entiende nadie (http://www.youtube.com/watch?v=0-N_IcmhkeI) sí, por toda la cara, pero es que yo soy muy dado a las cuñas musicales, culturales y/u/o publicitarias.
 Como te iba diciendo, nos quedamos tranquilicos en casa porrrrque… al día siguiente nos íbamos a Liubliana!!=) (para aquellos que no lo sepan, capital de Eslovenia, porque pa’ qué nos vamos a engañar, yo antes de venir aquí no tenía ni idea, que esta es típica pregunta del 50x15 que te preguntan “¿cuál es la capital de Eslovenia?” y tú te quedas en bragas y tienes que preguntarle al público, que tiene menos idea que tú todavía).
  A lo que vamos, Guillermo, que te pierdes…
 Pues eso, al tercer día resucitó de entre los muertos nos levantamos con la frejca y nos cogimos nuestro trenecico pa’ echar el día en Liubliana. El viaje fue genial porque cuando cruzamos la frontera de Eslovenia conocimos al revisor más genial que haya podido existir, era un crack el tío. Se sentó con nosotros en el compartimento y nos echamos nuestra casquina, nos preguntó uno por uno qué hacíamos con nuestras vidas y así se nos pasó el viaje y no nos dimos ni cuenta. Cuánto ganaría Renfe con trabajadores así… Yo de mayor quiero ser como este hombre!
 Una vez en tierra firme, nos fuimos pa’ la zagala de información turística de la estación y le pedimos un mapa y le preguntamos qué podíamos ver por allí, ya que mi pobre Carolingio después de haber estado buscando la noche anterior todas sus cosicas, se dejó el papel donde lo apuntó en casa…
 So, mapa en mano y ciento volando, empezamos la marcha dirigiéndonos a una antigua prisión que ahora es como un mini barrio que a mí me recordó muchísimo a Candem Town. Allí había desde maniquís, hasta cuerdas de tender con manivelas hechas de con pedales de bicis, pasando por “elfos” de cartón piedra al más puro estilo de Dobby de Harry Potter o Golum del Señor de los Anillos.
 Tras hacer la sesión de fotos correspondiente, seguimos con nuestra ruta improvisada. Por el camino nos encontramos con Ron Weasley, pintado en la pared, eso sí. Llegamos hasta el puente de los dragones y ahí ya “el run-run” empezó a decir aquí estoy yo, así que buscamos un sitio donde quitarnos “el desconsuelo del estómago”. Vamos, donde ponernos púos por dos duros, porque la verdad es que la comida estaba rica  y estábamos allí como en el salón de nuestra casa.
 Con la panza llena (y la cara helada) seguimos con el turisteo, llegamos a los tres puentes (que están juntos y tú dices ¿por qué no han hecho uno más ancho y te quitas de complicaciones? Pues no, al arquitecto no le apetecía y putto!), donde más tarde volveríamos para interpretar uno de nuestros grandes éxitos a capella ante la mirada atónita de los que por allí pasaban osando desafiar al “gurifrisqui” que por aquella época corría por allí.
 También subimos a un castillo desde el cual se veía toda la ciudad, aunque el castillo en sí no tenía mucha chicha, pero las vistas eran muy bonitas.
 Y como la ciudad es chiquitica, pues nos sobró hasta tiempo para ir de tiendas, donde Carolingio se compró unos guantes estupendos para fotógrafos bajo los efectos del frío invierno.  Y ya que se los había comprado, había que darles uso, así que a hacer fotos nocturnas.  Y como quien no quiere la cosa, se nos hizo la hora de volver. Y mientras esperábamos al tren, mi queridísima amiga Irene cayó en un detalle: no podíamos andar por tierras germanoparlantes con estos nombres tan folclóricos, así que procedimos al rebautismo de cada uno de nosotros.
Pero es que de vuelta en casa, tras un viaje muy tranquilito debido a la reventaera, no vayas a pensarte tú que decayó la cosa ¡ni pensarlo! Allí que nos pusimos nosotros a hacernos la foto de Friends, aunque fuese como boceto de lo que este verano haremos de forma profesional. Y con esto y un vasico de leche, pa’ la cama porque al día siguiente había rule de nuevo, esta vez a otro país vecino: la bella Italia.
 Como le cogimos el gustillo a esto de madrugar, nos fuimos en el primer autobús que salía para Venecia, para aprovechar el día y la belleza de esa tierra.
 Llegamos al hotel, dejamos los bártulos y con las mismas nos adentramos nel cuore della cità. Y es que Venecia será muy turística o habrá a quien no le guste, pero tiene un no sé qué que qué sé yo, serán sus callejuelas laberínticas o sus canales, que a pesar de su olor, te atrapan. Además había un ambiente especial ya que estaban de carnaval.
 Tras un intenso y largo día de patillaje puro y duro, con bronca de una vieja borracha incluida, nos fuimos a cenar. Ya que he mencionado a la vieja, no quisiera dejar pasar esta maravillosa oportunidad de contar lo que pasó, puesto que es una chorrada, pero la frase ya quedó en los anales de citas célebres de nuestro grupúsculo.
 Ahí vamos. Estábamos nosotros, tan infantiles e inocentes como siempre, echándonos una foto en el escaparate de la tienda Disney cuando de repente aparece de la nada una señora y empuja a Irene y le suelta “Scusi, cretinetta”, a lo que mi amiga Irene, invadida por la indignación, no puede evitar soltarle “scusi cretinetta tu puta madre” a lo que la vieja se giró mientras seguía andando y siguió soltando improperios por su boca que nuestro deficiente nivel de italiano no alcanzaba para comprender.
 Y esa es mi historia. Conclusión: algún día me tatuaré en el pecho Scusi cretinetta en honor a esta señora, claro que sí guapísima.
 Y tras este insiso, nos habíamos quedado por la cena. Nos cogimos dos pizzas tamaño industrial que no tardaron en desaparecer así que las reforzamos con otra de tamaño más prudente. La pizzería/heladería donde compramos las pizzas se convirtió en nuestra segunda casa veneciana, porque había unos dulces similares a los buñuelos pero rellenos de nutella  o de crema veneciana (babas) qué cosa más rica por dios!
 Y mientras Carlicos y yo le dábamos jaque a la pizza, a mis dos críos, Irene y Perico, les dio por ponerse a jugar a la rayuela y luego a los luchadores de sumo; menos mal que mi Chéchica hizo de reportera y lo grabó todo, porque si no la gente no me creería y se pensarían que me lo invento, pero no, verdad verdadera!
En fin, que después de este episodio, pues ya nos fuimos al hotel a dormir una mijica y a la mañana siguiente mi pequeña Jess nos abandonó… tristeza y pesar en nuestras almas, aunque no por mucho tiempo! Ya que nosotros picábamos billete al día siguiente, así que otra vueltecita por Venecia, apurando las últimas horas allí y mira por donde, lo que decía antes de la virgen, pillamos el ensayo del salto del ángel, que si ya sólo el ensayo fue impresionante no me quiero imaginar cómo ha de ser “el de verdad”.
 Así que tras esto, pues otra vez vuelta al hotel y… despedida, unos pocos parten rumbo a España y el patriarca se queda unas horas más en Venecia a la espera de un avión que lo llevará rumbo a… donde se reencontrará con… y se enamorará de… TODO ESTO, Y MUCHO MÁS EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO DE CASACABELES, CANICAS Y OTRAS COSAS BONITAS!=)

Hasta entonces, mucha suerte a todos los selectivos, a los universitarios pringadetes con exámenes (entre los que me incluyo) y ánimo que ya no queda nada para summertime!! http://www.youtube.com/watch?v=MIDOEsQL7lA

Besetes y monetes para aquellas pequeñas Pipi Langstrumps perdidas por el mundo, baci a tutte le belle donne chi leggono questo blog y poco más que añadir, que a muchos os veo muy pronto a otros desgraciadamente os perderé de vista aún en menos tiempo.. en fin, c’est la vie! The show must go on!

Lo dicho besitos a cajcoporro y amor a saco paco!

Willy

martes, 3 de mayo de 2011

Capítulo 5 – De cómo Willy come polvorones en buena compañía y pone, por primera vez, un pie en África.


… sonríe y, sin saber por qué, tan sólo espera ser de quien le haga feliz de la cabeza hasta los pies…

  La melodía y la letra de Mijitita suenan de fondo en el momento en que me dispongo a retomar algo que empecé hace unos meses: este blog. Ni si quiera me voy a molestar en intentar buscar excusa alguna, puesto que la mayoría de los lectores de este blog me conocéis y por tanto sabréis que esta ausencia no se debe a otra cosa que mi falta de constancia y perseverancia, uno de mis mayores defectos, sumado a la pereza casi inherente a mi persona.
 Pero bueno, siempre esa palmadita en la espalda te hace recordar aspectos de ti y de tu persona que abandonaste a su suerte en algún lugar de tu memoria… así que, dispongámonos pues a relatar una vez más algunas de las vivencias más remarcables de los últimos meses.
 Para ello he de remontarme a finales del año pasado o comienzos de este, cuando se produjo la mítica imagen del “Vuelve a casa, vuelve por navidad” con ese muchacho bajando de un tren, cayendo en brazos de su madre.
  Fueron unas navidades iguales, pero muy distintas. La vida sigue igual, como decía la canción, pero siguiendo con citas de canciones, Serrat ya lo decía “todo pasa y todo queda, pero lo  nuestro es pasar” http://www.youtube.com/watch?v=jVoJg5BmyLY
y pasamos nosotros y pasa la vida, con cambios, con acontecimientos, con cosas inamovibles…
 Como de costumbre, fueron unas navidades muy “panaderas”, marca de la casa, tradición, y desde unos años atrás, se viene repitiendo esa imagen de tantas personas que forman parte de mi vida, por unos u otros motivos, pero importantes pilares todos ellos, con las manos en la masa como se suele decir, sólo que en este caso es literal: todos y cada uno de nosotros desempeñando nuestra labor, con un mismo y único fin: que todo el mundo, que así lo quiera, tenga su roscón de reyes. Dicho así, todo queda muy bonito y muy civilizado, pero realmente se vive de forma muy trepidante e intensa, tanto para lo bueno como para lo malo.
 “Me hacen falta dos pequeños con nata”, “¿dónde están los cinco de merengue que había encima del congelador?”, “¡va a salir una hornada de grandes!”, “tú rajas y yo relleno”
 Gracias, gracias a todas y cada una de las personas que formaron, forman y formarán parte de esa cadena, porque unas navidades sin ese día carecerían de sentido, o al menos, no serían lo mismo.
No he encontrado una foto más reciente, así que ahí va esta de hace ya 2 añicos de na'

 Pero bueno, no todo en esta vida es trabajar, ya que siempre he sido de los que piensan que hay que trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Así que, con los deberes hechos, también hubo muchos momentos de disfrute. De compartir vivencias, momentos, aprendizaje, miradas cómplices, recuerdos, besos furtivos…
En fin, gracias a todos una vez más por formar parte de mi vida y ayudarme a construir el puzzle más grande que he hecho hasta el momento: mi vida.
 Dicho esto, creo que ya toca pasar a la acción, ¿no? Que es que uno se pone sentimentaloide y cuesta arrancar…
 Como todo lo bueno, y lo malo, me reitero en que todo pasa y por tanto llegó esa vuelta a la tierra donde actualmente se ubica mi residencia, sí, la de invierno, en verano Dios (o Pepe) dirá…
 Y lo que conlleva que uno sea un culillo de mal asiento, es que allá donde va pues irremediablemente vuelve a conocer gente, y cuando te vienes a dar cuenta se han convertido en amigos. So, aquí hubo otros reencuentros. 
 Con la barriga y el corazón llenos de amor tocaba volver a la nueva rutina que nos unió en aquel extraño mes de septiembre.

 Enero pasó… y con él los exámenes, el primer semestre y, curiosamente, casi todo el frío que invadía cada rincón de la ciudad.
Febrero llegó... y con él las vacaciones, los viajes, más reencuentros, experiencias inolvidables, grabadas a fuego en la memoria y en la piel…

 Tras unos días de descanso y retiro en Klagenfurt, me dispuse a coger un avión rumbo a reencuentro más que deseado… tras pasar la noche en el aeropuerto de Frankfurt Hahn, David y yo nos embarcamos hacia la que, hasta el momento, creo que es la mayor aventura que he vivido.
 Aterrizados en Marrakesh, al salir del aeropuerto daba comienzo “la odisea”; tras intentar negociar con los taxistas, acabamos cogiendo un autobús que nos llevó hasta la plaza central de  Marrakesh. Desde allí nos dispusimos a callejear, tratando de encontrar el rihad donde nos hospedaríamos. Por el camino encontramos a un muchacho, muy amable (comillas comillas), que nos llevó hasta el rihad, no sin reclamar su recompensa, claro.


 Dicho rihad fue nuestro “refugio” nuestro espacio para la paz y la tranquilidad durante unos días, mientras estuvimos en Marrakesch, donde el caos y el bullicio es la tónica general. La vida está en la calle. Todo lo opuesto a Klagenfurt. Fue un choque enorme,  una diferencia abismal. Ruido, barullo, gente, movimiento, cercanía… no pudo evitar evocarme a la cultura mediterránea donde nací. Tiene mucho en común, aunque por supuesto también difieren bastante. Cada vez sostengo con más firmeza que la cultura está fuertemente determinada por el clima, es como si fuese corriendo una cortina, bajo la cual, cuanto más frío es el clima, más frías son sus gentes, todo esto, claro está, hablando en términos muy generales.
 En Marrakesh conocimos a mucha gente, y vimos muchas cosas pero sin duda una de las personas que recuerdo con mayor cariño es Mustafá, el chico que se encargaba del rihad donde nos alojamos. Era muy peculiar, un personaje muy curioso. Daba gusto sentarse a hablar con él ya que debido al entorno cultural tenía otro punto de vista totalmente distinto acerca de muchísimos aspectos de la vida.
Con el pequeño Mustafá =)

 Tras nuestra estancia en Marrakesh, fuimos a Essaouira, una ciudad costera, donde el blanco y el azul reinan, trasmitiéndote una sensación de tranquilidad, donde parece que el tiempo se paró, invitándote a pasear sus calles y contemplar, atónito, la magnificencia del océano, creando dentro esa sensación de sentirte tan pequeño, tan minúsculo, tan ínfimo…


 A pesar de esa sensación de atemporalidad, el calendario no perdona y acabó llegando el 13 de febrero, mi 21 cumpleaños… era escéptico ante este número y sigue sin hacerme mucha gracia, aunque he de reconocer que fue uno de mis mejores cumpleaños y de los que recuerdo con mayor cariño. No hubo tarta; no hubo fiesta; no hubo velas; peor hubo una muy buena compañía, un único regalo que sólo a los que conservan la capacidad de sorprenderse atraparía. Fue un momento mágico. Y creo que esto realmente no es algo subjetivo, ya que todos los allí presente podrían corroborarlo.
 Entre la emoción, la sorpresa y la vergüenza, me dispuse a abrir aquel libro en relieve… a cada página que pasaba, aquellas cuatro mujeres, al frente de un restaurante italiano y otros dos turistas, ponían sonido a lo que yo sentía: “¡Oooh!” “¡Aahhh!””¡Wow!”; sonrisas, risas, miradas de sorpresa, de intriga, de asombro… fue un gran día.
Las cuatro "Superwomen" que llevaban pa' alante el restaurante

 En realidad, todos lo que pasé en el continente vecino, y creo que si tuviera que resumirlo en una palabra o adjetivo ése sería intenso.
--- Debido a la larga ausencia que un servidor ha tenido en este nuestro blog, me veo obligado a dividir en varias (aún no sé si 2,3 o cuántas) las crónicas de Narnia de lo que viene a ser mi vía!---
 Sin más, amenazando con volver, y pronto, reciban un cordial y caluroso abrazo de su amigo y confidente,

Willyperto