domingo, 19 de diciembre de 2010

Capítulo 4 - De cómo Willy sigue recorriendo el mundo sin la menor intención de dejar de hacerlo

Hola pequeñas lettuces de mi huerto!!=)
Ayer estuve en Villach, un pueblo a 30 min de Klagenfurt. Fui con mucha gente, a cual más majo: Sandra, Laís, Kaoru, Minyeon, Manuel, Tony y Hugo. El pueblo no era especialmente bonito, sin quitarle mérito a la nieve eso sí, yo la considero el maquillaje de las ciudades, todo parece mucho más bonito nevado. Pero el viaje fue una experiencia muy buena, lo pasamos muy bien, jugando con la nieve, conociéndonos más, riéndonos una barbaridad, refugiándonos del frío en cabinas de teléfono mientras cantábamos canciones de Disney y dibujábamos corazones en los cristales empañados por la respiración.
 Además este viaje supuso mi primer contacto con la comida japonesa, sin demasiado éxito, todo hay que decirlo, pero había que probarlo. El gran momento del día, fue sin duda alguna, cuando nos subimos al “roquetren” para hacer un recorrido de una calle y media, una rotonda y una plazoleta, pasando por el mismo camino que habíamos hecho escasos minutos/horas atrás. Pero en cualquier caso fue muy divertido también, con bolazo de nieve de niños macarras sueltos incluido.
 Otro de los viajes que hice en plan “express” fue el de Salzburgo. Pero esta vez fue organizado por la ORI (Oficina de Relaciones Internacionales) y no con mucho éxito, la verdad, ya que creo que si mis matemáticas no fallan, pasamos más tiempo en la carretera que en la propia ciudad. Nos hizo un poquito de rasca y la ciudad la verdad es que es bonita, pero al verla con tanta rapidez perdió un poco de encanto, por lo que de momento mi ranking de ciudades austríacas visitadas es el siguiente:
1.       Viena
2.       Graz
3.       Salzburgo
4.       Klagenfurt
Y diréis… ¿cómo que Viena la primera? ¿Cuándo has mencionado tú antes que has estado en Viena? Pues muy sencillo: no lo he hecho. Así que, procedamos a ello, pues.
 Creo que a estas alturas del partido es bien sabido que Klagenfurt no es que sea la ciudad de mis sueños ni muchísimo menos, pero por supuesto no voy a permitir que eso me deprima ni muchísimo menos, con lo cual, a grandes males, grandes remedios.
 Motivo principal por el que elegí Klagenfurt: está en el centro del meollo del asunto en Europa, con lo cual para viajar estará bien… ¡MANOS A LA OBRA!

 Con mi pequeña locuela compañera de viaje, Mariquilla, decidimos emprender este viaje una semana antes de hacerlo, pero claro… nosotros no somos austríacos, no somos alemanes, no somos incluso si me apuras vascos o madrileños… SOMOS ANDALUCES y tenemos unos “cohone” como  “dos castillito de las princesa Disneys”. Así que hasta la tarde anterior al día de partida, estos dos elementos no llamaron para reservar un hostal, peeeero… la suerte nos acompañó durante todo el viaje, desde el mismo comienzo hasta el final, haciendo así, unido a la belleza de la ciudad, de éste, un viaje inolvidable.
 Fuimos a la estación de Klagenfurt (Haupbahnnof) a comprar el billete para Viena, para ese mismo día, sin demasiada prisa, ya que el ticket es válido para todo el día. Decidimos sacarlo en unas máquinas electrónicas (¿y cómo van a ser si no las máquinas? ¬¬ U.U’) entre cuyos software de lenguaje se encuentran el alemán, el francés, el inglés, el italiano, el eslovaco, el esloveno… pero “¡OH, SORPRESA!” del español, “rien de rien”. “Y tú pa’ qué estás estudiando traducción?” diréis, pues para poder sacarlo en inglés, intentarlo en alemán, y hacer un amago también en italiano y en francés, pero es simplemente el hecho de que “le hace cosquillas a mi moral”. Dicho esto, no fue necesario sacarlo en cualquier otro idioma, ya que al escucharnos hablar a María y a mí un matrimonio que estaba frente a las maquinas, al lado nuestro, nos dijo “¿Queréis ayuda?”, a lo que María y yo nos miramos y no hicieron falta palabras: “esto empieza bien, baby”.
 Con nuestros billetes comprados con asesoría, procedimos a comprar algunas provisiones para nuestra aventura y provistos de algunas cosiñas básicas, nos montamos en el tren. Como siempre, se hizo eterno, esa es la parte que odio de los viajes, cualquiera lo diría con lo que me muevo, ¿no?
 En fin, una vez en Viena, en la estación, estábamos más perdidos que una cabra en un garaje, dos catetos por Viena y María se meaba. Una de las maravillosas cosas que tiene el país de Austria es que para entrar al servicio de las estaciones tienes que pagar. Ante la indignación, para caradura ellos, caraduras nosotros. Había una pareja en la puerta del baño con cara de poker, en plan “queremos entrar pero nos toca la moral” con lo cual finalmente María acabó entrando con el chico pagando sólo por una persona. Esta pobre pareja se había convertido sin saberlo en nuestras próximas víctimas: “¿Dónde podemos ir? ¿Sabéis cómo llegar al hostal hut… hit... dorm…?¿Qué nos recomendáis para ver/hacer?” ENCANTADORES. Creo que es el mejor calificativo para estos dos jovenzuelos, que nos aconsejaron que fuésemos al Museums Quartier de Viena, un inmenso complejo donde se encuentran diferentes museos con diversas exposiciones.  Nos recomendaron un restaurante hindú en el que podías comer cuanto quisieras y pagar lo que considerases oportuno.
 Con nuestros nuevos planes improvisados, llegamos finalmente al hostal a las 22:00 (aprox., hora peninsular) y tras hacer el registro y dejar nuestros bártulos, nos fuimos a darle un poco a la pata por Viena para tomar una cerveza y conocer un poco el ambiente nocturno. Tras encontrarnos con algunos españoles en el metro y cantar con ellos dentro del vagón La Lirio (para los que no estén muy puestos, es una copla, la cual procedo a citar “youtubilmente”: http://www.youtube.com/watch?v=voxSw1Wz8yg ), fuimos a un pub en el que ponían reggae y donde se estaba muy a gusto. Al cabo de un rato acabamos por mudarnos a un pub australiano (que NO austríaco) y tras esto a “casita” a dormir un poco para el día de turisteo que tocaba afrontar a la mañana siguiente.
 La ciudad, sencillamente, preciosa. Majestuosa, imponente, polifacética, atrapante. Estuvimos durante todo el día visitando monumentos, yendo a museos, haciendo fotos (como buenos guiris), visitando también el mercado de navidad… nos encantó.

 Pero sin duda alguna lo que a mí más me gusto por un cúmulo de sensaciones, de sorpresa, de añoranza, de magia, de admiración… fue que en el ayuntamiento (precioso, por cierto) hacían talleres para niños: de manualidades, de pintura, de abalorios… y de panadería…. Cuando yo vi a esos niños, con no más de 4 ó 5 años la mayoría, con su gorro, su delantal, aplanando la masa con su rodillo, haciendo figuritas con los moldes de las galletas… no pude evitar emocionarme… se les veía tan entregados en lo que estaban haciendo… y por supuesto me recordó a mi infancia (y no tan infancia) en esa panadería en la que he crecido… tanto a lo ancho como a  lo largo, sí.
 Bueno, tras este tour  por la ciudad descubriendo su encanto, la noche nos pilló por banda, y sin tan siquiera ir al albergue a descansar, tras cenar en el restaurante que nos recomendaron, nos fuimos a darle un poco de marcha al cuerpo. Tampoco mucho, no se alarme nadie, porque el domingo había que seguir haciendo de turistas “responsables”.
 El domingo como digo, hicimos ya la última mini-ruta y fuimos a visitar la Hundertwasser Haus. Unas casa con una arquitectura un tanto peculiar… quizás por compararlo con alguien se podría citar a Gaudí, aunque no tienen nada que ver, pero es simplemente para “guiar” un poco vuestros pensamientos, aunque una imagen vale más que mil palabras.

 Y lamentablemente… el final de nuestro viaje llegó… la cara de María y la mía eran un poema…
 entre la pena de volver, la incredulidad de no asimilar cómo nos lo habíamos pasado… genial, sencillamente, ya que además de la ciudad en sí y las cosas que hicimos, la compañía fue muy buena y nos conocimos más el uno al otro y , creo que sorprendentemente, no tuvimos prácticamente ningún problema, una compenetración muy buena.
 Bueno, he de confesar que esto lo estoy escribiendo desde el tren que me lleva de Sevilla a Almería y ya estoy llegando a mi tierra… así que, sintiéndolo mucho, un servidor se despide, que le esperan abrazos y achuchones varios… en próximas entregas “De cómo Willy se enamora aún más de Londres” y  “ De cómo Willy llega a la sua patrrrrria”.
Sin más,
Sincerely yours,
Willy!!

p.d.: es lo que pega: FELIZA NAVIDAD!!!^^=) próspero año nuevo, mucha felisidaT, musha alegría por tos laos, y a pasarlo mu requetebién y a disfrutar! Os veo a muchoooos en breves!!^^=) se os quiere!! Wiii!

1 comentario:

  1. Qué cosas más bonitas estás viendo jodío, qué envidia sana me das. El otro día hablé con la Belis que ha estao en Roma y está encantá. Qué ganicas tengo de verte ballenato, y a la Belis, y a la Chor, y a la Chari, y a la Enya, y como siga diciendo no paro!
    Tráeme algo bonito merluzo. Un beso!!!!

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